Un poema en prosa sobre el insomnio y la espera
Adalber Salas Hernández escribe sobre la noche, el cansancio y la distancia que se siente al no poder dormir
Hola de nuevo, y gracias por abrir este correo.
Hace unos días pregunté en Threads qué poetas de Venezuela están leyendo últimamente. Aunque yo conocía algunos nombres clásicos (como Rafael Cadenas, Vicente Gerbasi y Ana Enriqueta Terán), tenía mucha curiosidad por descubrir voces nuevas.
Gracias a recomendaciones que me dieron, entre las que estaban los nombres de Pía Landeta, Adalber Salas Hernández, Giordana García Sojo, Gabriela Rosas, Oswaldo Flores Cumarín, Caneo Arguinzones, César Panza y Sonia Chocrón, terminé leyendo muchos poemas interesantes.
Este es el poema, sin título, de Adalber Salas Hernández que comparto esta semana:
El insomne viaja sin desplazarse, realiza una travesía minuciosa y exasperada. Su lejanía es otra. Más trivial, pero más irremediable. Se trata de la distancia que se gana, o se pierde, al entender que todo posee el mismo cansancio, al pasar la noche hilando el polvo inútil de la espera.
¿Qué dice este poema?
— Que el insomnio es más que no dormir: es una forma de estar atrapado en un tiempo inmóvil y repetitivo.
— Que el cuerpo no se mueve, pero la mente hace un viaje agotador.
— Que hay algo inevitable y resignado en aceptar que todo, incluso el mundo, está cansado.
Esta pieza me interesó por dos razones. Primero, porque es un poema en prosa, y estoy escribiendo un artículo sobre los poemas en prosa de Roque Dalton. Segundo, porque no es solo un texto suelto: aunque no hay una historia con principio, desarrollo y fin, tampoco hay una progresión de acciones enmarcadas por eventos o conflictos resueltos. Lo que hay es una sucesión de escenas líricas, sensaciones y pensamientos asociados a la experiencia de despertar, no dormir, observar, sentir el cuerpo, enfrentarse a la luz, al espejo, al agua, al café, al pasado.
Lo que más me llamó la atención fue cómo describe el insomnio (¿qué onda Geras?) sin dramatismo ni queja. No habla del insomnio como un enemigo, sino como un estado en el que se revela algo: el desgaste, la distancia, el tiempo que no avanza. La noche no se cuenta en horas, sino en polvo y espera.
El poema es breve, pero logra capturar una sensación muy común: cuando todo pesa, pero no pasa nada. Cuando una noche no se termina, y ni siquiera hay algo que valga la pena esperar.
Gracias por leer hasta aquí.
Si estás escribiendo poesía, si tienes un libro que te gustaría que comente, o si hay algo que estás sintiendo y te gustaría que busque un poema que lo diga, cuéntamelo en los comentarios. Me gustará leerte.
Nos vemos la próxima semana con otro poema.
Jorge
¡Gracias! Siempre estoy buscando aprender sobre nuevos poetas para mí. No he intentado escribir un poema en prosa en un tiempo, es bueno tener un ejemplo.